viernes, 1 de marzo de 2013

Paldies Latvia!!

¡¡Pedazo de semanita que hemos disfrutado por Riga y Tallín!! La visita a Borja y Bea por el frío norte no podía haber transcurrido mejor. Ha sido un viaje totalmente distinto a cualquier otro que haya hecho. Por la temperatura, por la nieve, por las actividades...
Agradecer a los grandes anfitriones que hemos tenido que nos tenían preparado una agenda completa de rutas y excursiones y nos hicieron disfrutar cada instante de esta experiencia.




























Llegada a Riga, desde Madrid vía Frankfurt, donde nos esperaban en el aeropuerto Bea, Borja, Deivid y Olga. Abrazos y presentaciones (ya que Laura no conocía a nuestro incendio ni a Olga) y directos a dejar las maletas en casa. Primeros contactos con la nieve y con el frío que nos acompañarían a lo largo de toda la semana. Un apartamento muy nuevo, techo alto, parquet, doble puerta para aislar y ventanales enormes con unas vistas preciosas, dentro de un edificio de otra época.
Después de comer y ponernos unas capas más de ropa para combatir el frío dimos un paseo por la ciudad. La primera sensación que tienes, tras ponerte: doble pantalón (pijama + vaqueros), calcetines térmicos, botas para la nieve, bufanda, jersey, camiseta térmica, el verdugo que me encontré en Florencia, un gorro y los guantes; es que no pasas frío y se pude disfrutar del paseo. Eso sí, cuando entras a una tienda o a un bar, toca quitarte varias capas para estar cómodo.

De Riga decir que es una ciudad preciosa, donde destaca sobre todo la Vecriga (la parte vieja de la ciudad). Además verla nevando, con los tejados, los árboles y las calles cubiertas de nieve, da un plus muy grande.
Visitamos la catedral y varias iglesias ortodoxas y luteranas, nos tomamos una cerveza en la planta más alta del hotel con unas vistas espectaculares de la ciudad, fuimos al bosque a ver el monumento a los caídos en la segunda guerra mundial, recorrimos un precioso parque en pleno centro cerca del monumento a la libertad, nos detuvimos para ver la placa (tan sincera como gore) del edificio de la KGB, subimos a lo alto de la torre de la iglesia donde pasamos más frío que en cualquier otro momento debido al fuerte viento que corría a esa altura y donde conocimos a un japonés (15 veces campeón nacional de boxeo) que estaba rodando un programa para promocionar Letonia en su país, jugábamos con la nieve o con el hielo siempre que podíamos, comimos pizzas, recorrimos el mercado donde nos hacíamos entender como buenamente pudimos y compramos queso, velas de miel y un salchichón de un animal que no supimos identificar con el juego de sonidos que mantuvimos con el tendero...






Tras cuatro horas de bus llegamos a Tallín para pasar una noche allí. Lo primero ir al albargue para dejar la mochila, fuimos a comer y después pusimos rumbo al centro. Los colores pastel de las casas y su forma dan a esta ciudad un aspecto de cuento constantemente (Hansel y Gretel venía a mi mente). Una muralla con unos jardines enormes rodea la parte vieja de la ciudad. Tallín es una ciudad más escarpada que Riga, la parte positiva de ésto es que hay miradores desde donde las vistas de la ciudad son impresionantes.


























Otra de las excursiones que hicimos, y personalmente la que más me gustó (por eso la elegí como foto de cabecera), fue la que hicimos a Jurmala, es decir, ¡¡a la playa!! Ver toda la playa completamente nevada ya es impresionante, pero avanzar y avanzar y acabar andando por un mar Báltico congelado es una experiencia genial. Nos deslizamos y corrimos por el hielo y en un intento de ir un poco más lejos, acabé metiendo el pie en las frías aguas bálticas. Encontramos la escultura de la tortuga que Borja y Bea habían buscado en su anterior visita y comimos en los restaurantes del pueblo.

 A parte de todo este turismo tradicional, y de sus respectivas compras, salimos de fiesta y conocimos la noche letona. Nos lo pasamos como enanos en un karaoke donde cantan totalmente en serio mientras el resto de la gente baila y saca a chicas a bailar, sin ningún sentido de la vergüenza ni del ridículo. Así que lo mejor que podíamos hacer era unirnos a su fiesta y brindarles una buena "Macarena" donde lo dieron todo. Es una auténtica pena que no haya reportaje fotográfico de esto.
Por último fuimos a una pista de patinaje donde nos pegamos alguna que otra culada y donde todos acabamos exhaustos. Pero para combatir el cansancio dentro del recinto había un macro-buffet y unas cervezas de espanto a un precio muy barato. Por lo que repusimos fuerzas rápidamente.




Creo que hablo en nombre de los cuatro visitantes si digo que ha sido un disfrute continuo y que estamos muy, muy, muy agradecidos a Bea y a Borja por como se han preocupado de organizar todo para que esta semana haya sido genial. ¡¡Muchas gracias!!
Me quedo con todos los ratos jugando en la nieve, con las excursiones a Tallín, a Jurmala, las comidas tanto en casa como por ahí, las cervezillas en los bares, la noche de patinaje... en verdad ¡¡me quedo con todo este gran viaje!!