domingo, 9 de diciembre de 2012

Pateando Granada

Granada es una ciudad increíble, con muchísimas cosas que visitar y muchos puntos realmente interesantes. Hoy vuelvo a escribir para hablaros de los que más han llamado mi atención.
Después de más de dos meses aquí, y gracias a las tres visitas que he recibido (Richi, GoPi y mi prima Irene con Alberto) y a los paseos que doy con Laura por la ciudad, ya he recorrido bastante y la conzco bien.

Lo primero que hay que destacar es su gastronomía y su cultura del tapeo. Cantidad, calidad y buen precio se unen para disfrute del personal.
Tienes muchas posibilidades y distintas zonas por las que salir a tomarte tu Alhambra (mucho mejor si es una Alhambra reserva 1925 o como ellos dicen una milno), tu tinto de verano o tu vino acompañado de tu tapa. Calle Elvira (muy cerca de mi casa), Pedro Antonio (con un ambiente más de fiesta), plaza de toros, calle Navas (algo más serio y formal) y Gran Capitán (último y gran descubrimiento) son los sitios en los que hasta ahora he tapeado.
Como anécdota, cuando vino Richi, y salí por primera vez por Pedro Antonio, nos pedimos una caña, un tinto de verano y de tapa una hamburguesa para cada uno. Al pagar, el camarero me dijo que 3,50€ y le dije que me cobrara lo de los dos... pero eso era lo de los dos. Richi y yo nos mirábamos sin dar crédito.

Visité la Alhambra cuando me trajeron mis padres y es espectacular, por los jardines, por los palacios nazaríes, por las fuentes, los patios...
Una de las vistas más bonitas que hay de la Alhambra es desde el barrio del Albayzín, más concretamente desde el mirador de San Nicolás. Una plaza donde siempre está llena de gente y han mercadillos y músicos tocando. Ver el anochecer desde allí con la Alhambra iluminada, es una imagen realmente bonita.


El barrio del Albayzín, en general, tiene un encanto muy particular, con calles estrechas, cuestas pronunciadas y unas situación inmejorable con Granada a tus pies.

Pero aquí en Granada hay mucho más que la Alhambra. La zona de la catedral, con una bazar árabe en uno de sus laterales hace honor a la genial mezcla de culturas que te encuentras aquí. La catedral da cobijo también a la capilla real donde están enterrados los reyes católicos.

La catedral de Granada no tiene una fachada especialmente bonita y, al igual que la de Valladolid, está incompleta y solo tiene una torre y mucho más pequeña de lo que tenían proyectado. Pero el interior sí es mucho más vistoso.
En esta misma zona podemos encontrar la primera universidad que existió en España, que fue creada por los musulmanes.

Desde este punto podemos dirigirnos a la plaza de Bib-Rambla que fue durante muchos años el núcleo comercial de la ciudad y donde ahora te puedes encontrar la mejor churrería de la ciudad (todas las visitas han dado buena cuenta de ello).

Una de las calles que más me gustan de la ciudad es el paseo de los Tristes (recibe este nombre porque va dirección al cementerio). La calle, escoltada por la Alhambra a un lado y el Albayzín a otro, es una calle peatonal adoquinada y estrechita, con muchos puentes y por la que te puedes encontrar músicos, vendedores de pulseras, artistas callejeros, poetas que te regalan sus creaciones... todo en un ambiente sensacional.

Al final de esta calle llegas a una plaza enorme donde siempre hay un gran ambiente y unas vistas espectaculares. A partir de aquí se puede empezar la ascensión al Albayzín.

Si te desvías por sus callejuelas encontrarás teterías, donde ofrecen una variedad inimaginable de té, cada uno con sus propiedades y sus beneficios.


En fin, Granada es una ciudad que hay que recorrer bien, porque hay mucho que ver y visitar. A mi me encanta recorrerla y estoy deseando conocer cosas nuevas que todavía no he visto como el Sacromonte y las casas en las cueva, pero queda mucho año y seguro que no me lo perderé.

PD: las fotos no son mías porque no he sacado ni un día la cámara.

lunes, 29 de octubre de 2012

Bienvenidos al sur

Ha comenzado una nueva etapa en mi vida. Ya estoy adaptado a Granada. Llegué con mis padres y con todos mis bártulos en el coche. Una de las cosas buenas de poder venir en coche es que no he dejado prácticamente nada en mi habitación de Valladolid. Me he traido: tele, almohada, nórdico, bándera del pucela, play, despertador, a Isidoro, armario al completo...

Disfruté de un fin de semana con mis padres en Granada. Laura, haciendo de anfitriona, nos reservó entradas para la Alhambra y fuimos los cuatro a recorrer el monumento más visitado de España. Es realmente espectacular: los jardines, los palacios, las fuentes, las vistas, mi padre tropezándose en las fuentes, etc... Para mis padres fue particularmente especial ya que habían estado aquí hace muchos años, cuando aún eran novios.



Después de pasear por la ciudad recorriendo el centro, visitando la catedral, tapeando y cenando de restaurante, mis padres pusieron rumbo, el Domingo por la mañana, a Valladolid.
Y aquí me quedé yo, empezando mi nueva vida.
Vivo en un apartamentito de una habitacion muy amplia (que es cocina-salón-dormitorio) y baño en pleno centro de Granada, en la plaza del triunfo. Estoy a 10 minutos andando de la facultad. Una facultad, por cierto, que en instalaciones le da bastantes vueltas a la de Valladolid. Aquí somos algunos alumnos más que en Valladolid, pero menos de los que éramos en Florencia.
Por las tardes acompaño a Laura al parque donde lleva a Musa a jugar con otros perros. Allí me quedo hablando un rato con los otros dueños o me voy a correr por el parque.
Martes y Jueves tenemos academia de inglés. Estamos los dos apuntados a una academia con la intención de sacarnos el Advanced. Noches de cine, tardes de paseos, tapeo, churros granadinos, cerveza alhambra, alguna que otro visita indeseada al veterinario y ahora parece que he conseguido encontrar una peña con la que jugaré al fútbol-7 los Miércoles por la noche. La verdad es que estoy bastante entretenido y casi siempre con compañía.


Han ido pasando los días y llegó el momento de recibir la primera visita: Richi, que tras 8 horas de bus llegó a Granada. Esa misma noche ronda de bares por calle Elvira, donde nos sorprendimos (tanto él como yo) de lo barato que sale la noche granadina. Unas cuantas birras/tintos de verano con sus respectivas tapas (para nosotros raciones) con Carmen y Laura. A la mañana siguiente, y gracias a que Laura nos hizo el favor de llevarnos, pusimos rumbo a Málaga para ver el partido del Real Valladolid y pasar el día por allí. Quedé con mi prima Irene y con su novio Alberto (un crack el pisha) en Torremolinos, visitamos la playa y Musa disfrutó correteando por la arena. Desde allí pusimos rumbo a La Rosaleda, compramos las entradas y fuimos a comer a una terracita cerca del estadio. Una ración de pescaíto frito, bocatas y unos cubatas para ir con fuerza al estadio. Richi y yo en la zona visitante, donde estábamos junto a otros 10 pucelanos (como mucho) rodeados de aficionados boquerones. Como siempre ocurre con mis visitas a otros campos, es mejor no hablar de esos 90 minutos. A la salida nos volvimos a juntar con mi prima y con Alberto y fuimos de nuevo a la playa de Torremolinos para tomar unas cervezas/tinto de verano y unas patatillas para terminar el día en Málaga. Musa volvió a disfrutar de la playa malacitana, corrió y hasta se bañó en el Mediterráneo. 

 
A la vuelta primera visita de Richi a un IKEA y vuelta a mi casa en Granada donde cenamos unas pizzas y luego Richi y yo salimos a tomar un par de rondas.
Para el Domingo tuvimos comida en el Albayzín con los hermanos de Laura y unos amigos suyos. Cocido, pizza, lasaña y unos pastelillos de postre (muy variado todo, sí) con vistas a la Alhambra. Una agradable serata. Por la tarde acompañamos a Laura y Musa al parque, para a la vuelta ir Richi y yo tapeando y haciendo ronda por una de las calles clásicas de esta ciudad: Pedro Antonio de Alarcón. Otra vez sorprendidos a más no poder por los precios. Por la noche última visita a calle Elvira para que Richi se despidiera de Granada.


Todavía no he cumplido mi primer mes aquí, pero estoy muy feliz en esta nueva ciudad y disfrutando de cada experiencia nueva. Espero pronto estar más integrado con la gente de la facultad (esto no es Italia y sé que es cuestión de días) y hacer una quedada en condiciones con toda la gente del erasmus que hay aquí en Granada.

PD: Pido perdón al Real Valladolid por seguir apoyandole en algunos de sus desplazamientos. Espero que la próxima vez logremos la victoria.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Jax y la luna


Una vez, hace mucho tiempo y muy lejos de aquí, había un niño llamado Jax que se enamoró de la luna.
Jax era un niño extraño. Un niño serio. Un niño solitario. Vivía en una casa vieja al final de un camino roto. Cualquiera que viese a Jax se daba cuenta de que aquel niño no era como los demás. Nunca jugaba. Nunca corría por ahí armando alboroto. Y nunca se reía.

<<¿Qué se puede esperar de un niño que vive solo en una casa rota al final de un camino roto?>>, decía la gente. Algunos opinaban que el problema era que nunca había tenido padres. Otros aseguraban que tenía una gota de sangre feérica en las venas y que eso impedía a su corazón conocer la dicha.
Jax tenía mala suerte, eso no podía negarse. Cuando conseguía una camisa nueva, se le hacía un agujero. Si le regalabas un dulce, se le caía al suelo.
Algunos afirmaban que el niño había nacido con mala estrella, que estaba maldito, que había un demonio que habitaba en su sombra. Otros sentían lástima por él, pero no la suficiente para tomarse la molestia de ayudarlo.

Un día, un calderero llegó por el camino hasta la casa de Jax. Fue extraño, porque el camino estaba roto, y por eso nadie lo utilizaba.
-¡Hola, chico! - gritó el calderero apoyándose en su bastón-. ¿Tienes un poco de agua para un anciano?
Jax le llevó agua en una jarra de arcilla resquebrajada. El calderero bebió y bajó la vista para mirar al niño.
-No pareces muy feliz, hijo. ¿Qué te pasa?
-No me pasa nada -respondió Jax-. Me parece a mí que uno necesita algo para ser feliz, y yo no tengo nada.
Lo dijo con una voz tan monótona y con tanta resiganación que le partió el corazón al calderero.
-Creo que en mis fardos tengo algo que te hará feliz -le dijo al chico-. ¿Qué me dices?
-Te digo que si me haces feliz, te estaré muy agradecido -contestó Jax-. Pero no tengo dinero para pagarte. Ni un solo penique que dar, prestar o regalar.
-Pues eso va a ser un problema -repuso el calderero-. Porque lo mío es un negocio, no sé si me explico.
-Si encuentras en tus fardos algo capaz de hacerme feliz -dijo Jax-, te daré mi casa. Es vieja y está rota, pero tiene alguún valor.
El calderero contempló la casa, vieja y enorme. Era casi una mansión.
-Sí, ya lo creo -dijo.
Entonces Jax miró al calderero, se puso serio y dijo:
-Y si no puedes hacerme feliz, ¿qué hacemos? ¿Me darás los fardos que llevas colgados a la espalda, el bastón que llevas en la mano y el sombrero que cubre tu cabeza?
Al calderero le gustaban las apuestas, y sabía reconocer una provechosa. Además, sus fardos estaban llenos a rebosar de tesoros traídos de los Cuatro Rincones, y estaba convencido de que podría impresionar a aquel crío. Así que aceptó el envite y se estrecharon las manos.
Primero el calderero sacó una bolsa de canicas de todos los colores del arco iris. Pero no hicieron feliz a Jax. El calderero sacó un boliche. Pero eso tampoco hizo feliz a Jax. El calderero rebuscó en el primer fardo. Estaba lleno de cosas normales que habrían gustado a cualquier niño normal. Dados, títeres, una navaja, una pelota de goma. Pero nada de aquello hacía feliz a Jax.
Así que el calderero buscó en su segundo fardo, que contenía cosas más raras. Un soldadito que desfilaba si le dabas cuerda. Un estuche de pinturas con cuatro pinceles de distinto grosor. Un libro de secretos. Un trozo de hierro caído del cielo...
Así siguieron todo el día y hasta muy entrada la noche, y al final el calderero empezó a preocuparse. No le preocupaba perder su bastón. Pero se ganaba la vida con sus fardos, y le tenía mucho cariño a su sombrero.
Al final comprendió que iba a tener que abrir su tercer fardo. Era pequeño, y dentro únicamente había tres objetos. Pero eran cosas que el calderero solo enseñaba a sus clientes más acaudalados. Cada uno de ellos valía mucho más que una casa rota. Sin embargo, el calderero pensó que era mejor perder uno que perderlo todo, incluido el sombrero.

Cuando el calderero estaba cogiendo su tercer fardo, Jax señaló y dijo:
-¿Qué es eso?
-Son unos anteojos -respondió el calderero-. Son un segundo par de ojos que te ayuda a ver mejor. -Los cogió y se los puso en la cara a Jax.
Jax miró alrededor.
-Lo veo todo igual -dijo. Entonces alzó la vista-. ¿Qué es eso?
-Eso son las estrellas -contestó el calderero.
-Nunca las había visto. -Se dio la vuelta mirando al cielo. Entonces se paró en seco-. ¿Qué es eso?
-Eso es la luna -contestó el calderero.
-Creo que eso sí me haría feliz -dijo Jax.
-Estupendo -dijo el calderero, aliviado-. Ya tienes tus anteojos...
-Contamplarla no me hace feliz -aclaró Jax-. Contemplar mi comida no me quita el hambre. La quiero. La quiero para mí.
-No puedo darte la luna -dijo el calderero-. No es mía. Es dueña de sí misma.
-Solo me sirve la luna -insistió Jax.
-En ese caso no puedo ayudarte -dijo el calderero exhalando un hondo suspiro-. Mis fardos y todo lo que contienen son tuyos.
Jax asintió con la cabeza, aunque sin sonreír.
-Y aquí tienes mi bastón. Un bastón sólido y resistente, te lo aseguro.
Jax lo cogió.
-¿Te importaría... -dijo el calderero de mala gana- dejarme conservar el sombrero? Le tengo mucho cariño...
-Ahora me pertenece -repuso Jax-. Si tanto cariño le tienes, no deberías habértelo jugado.
El calderero le entregó el sombrero frunciendo el ceño. Jax se caló el sombrero, cogió el bastón y recogió los fardos del calderero. Cuando encontró el tercero, que el calderero todavía no había abierto, preguntó:
-¿Qué hay en este?
-Una cosa para que te atragantes -le espetó el calderero.
-No deberías enfadarte por un sombrero -le dijo el chico-. Yo lo necesito más que tú. Voy a tener que caminar mucho para encontrar la luna y hacerla mía.
-Pero si no me hubieras quitado el sombrero, quizá te habría ayudado a atraparla -replicó el caderero.
-Puedes quedarte mi casa rota -dijo Jax-. Eso ya es algo. Aunque tendrás que arreglarla tú.
Jax se puso los anteojos y echó a andar por el camino en dirección a la luna. Caminó toda la noche, y solo paró cuando la luna se perdió de vista detrás de las montañas.
Y Jax caminó un día tras otro, buscando sin descanso...

A Jax no le costó mucho seguir la luna porque en aquella época la luna estaba siempre llena. Colgaba en el cielo, redonda como una taza, reluciente como una vela, inalterable.
Jax caminó días y días hasta que le salieron ampollas en los pies. Caminó meses y meses soportando el peso de sus fardos. Caminó años y años y se hizo alto y delgado, duro y hambriento.
Cuando necesitaba comida, la cambiaba por algún artículo que encontraba en los fardos del calderero. Lo mismo cuando se le gastaba la suela de los zapatos. Jax hacía las cosas a su manera, y se volvió listo y astuto.
Y entretanto, Jax pensaba en la luna. Cuando creía que ya no podía dar ni un paso más, se ponía los anteojos y la contemplaba, redonda, en el cielo. Y cuando la veía, notaba un lento estremecimiento en el pecho. Y con el tiempo empezó a pensar que estaba enamorado.
Llegó el día en que el camino que seguía Jax atravesó Tinuë, como hacen todos los caminos. Siguió recorriendo el gran camino de piedra hacia el este, hacia las montañas.
El camino ascendía y ascendía. Jax se comió el último pan y el último queso que le quedaba. Se bebió hasta la última gota de agua y la última gota de vino. Caminó varios días sin comer ni beber, y la luna seguía creciendo en el cielo nocturno.
Cuando empezaban a fallarle las fuerzas, Jax remontó una cuesta y vio a un anciano sentado junto a la entrada de una cueva. Tenía una larga barba gris y llevaba una larga túnica gris. No tenía pelo en la cabeza ni calzado en los pies. Tenía los ojos abiertos y la boca cerrada.
Al ver a Jax el rostro del anciano se iluminó. Se levantó y sonrió.

-¡Hola, hola! -lo saludó con su clara y hermosa voz-. Te encuentras muy lejos de todo. ¿Cómo está el camino de Tinuë?
-Largo -contestó Jax-. Y duro y cansado.
El anciano invitó a Jax a que se sentara. Le llevó agua, leche de cabra y fruta. Jax comió con avidez, y luego ofreció al hombre a cambio un par de zapatos que llevaba en un fardo.
-No hace falta, no hace falta -dijo el anciano alegremente, agitando los dedos de los pies-. Pero de todas formas, gracias por ofrecérmelos.
-Como quieras -dijo Jax, encogiéndose de hombros-. Pero ¿qué haces aquí tan lejos de todo?
-Encontré esta cueva mientras perseguía el viento -contestó el anciano-. Decidí quedarme porque este lugar es perfecto para lo que yo hago.
-Y ¿qué haces? -preguntó Jax.
-Soy el que escucha -repondió el anciano-. Escucho lo que las cosas tengan que decir.
-Ah -dijo Jax con cautela-. Y ¿éste es un buen sitio para hacer eso?
-Sí, muy bueno. Excelente -confirmó el anciano-. Para aprender a escuchar como es debido tienes que alejarte mucho de la gente. -Sonrió-. ¿Qué te trae a mi pequeño rincón del cielo?
-Busco la luna.
-Eso es muy fácil -dijo el anciano apuntando al cielo-. La vemos casi todas las noches, si el tiempo lo permite.
-No. Yo quiero atraparla. Si pudiera estar con ella, creo que sería feliz.
El anciano lo miró con seriedad.
-¿Quieres atraparla? ¿Cuánto tiempo llevas persiguiéndola?
-He perdido la cuenta de los años y los kilómetros.
El anciano cerró los ojos un momento y asintió con la cabeza.
-Sí, puedo oírlo en tu voz. Lo tuyo no es ningún capricho pasajero. -Se inclinó y acercó una oreja al pecho de Jax. Cerró los ojos otro largo rato y se quedó muy quieto-. Oh -dijo en voz baja-, qué triste. Tu corazón está roto y nunca has tenido oportunidad de utilizarlo.
Jax cambió de postura, un tanto turbado.
-¿Cómo te llamas? -preguntó Jax-. Si no te molesta que te lo pregunte.
-No, no me molesta que me lo preguntes -repuso el anciano-. Siempre que a ti no te moleste que no te conteste. Si tuvieras mi nombre, tendrías poder sobre mí, ¿no?
-Ah, ¿sí?
-Por supuesto. -El anciano frunció el entrecejo-. Eso es así. Aunque no parece que sepas escuchar, es mejor tener cuidado. Si consiguieras atrapar aunque solo fuera un trocito de mi nombre, tendrías algún poder sobre mí.

Jax se preguntó si aquel hombre podría ayudarlo. Aunque no parecía muy corriente, Jax sabía que la suya tampoco era una misión corriente. Si hubiera estado intentando atrapar una vaca, le habría pedido ayuda a un granjero. Pero para atrapar a la luna, quizá necesitara la ayuda de un anciano extraño.
-Has dicho que tú perseguías el viento -dijo Jax-. ¿Llegaste a atraparlo?
-En algunos aspectos, sí -respondió el anciano-. Y en otros, no. Esa pregunta puede interpretarse de muchas maneras, ¿me explico?
-¿Podrías ayudarme a atrapar a la luna?
-Quizá pueda darte algún consejo -dijo el anciano de mala gana-. Pero primero deberías reflexionar sobre esto, chico. Cuando quieres algo, tienes que asegurarte de que eso te quiere a ti, porque si no, pasarás muchos apuros persiguiéndolo.
-¿Cómo puedo saber si me quiere? -preguntó Jax.
-Podrías escucharla -dijo el anciano casi con timidez-. A veces, eso hace maravillas. Yo podría enseñarte a escuchar.
-¿Cuánto tardarías?
-Un par de años -respondió el anciano-. Más o menos. Depende de si tienes un don para ello. Escuchar como es debido no es fácil. Pero cuando le cojas el truco, conocerás a la luna casi tan bien como te conoces a ti mismo.
Jax negó con la cabeza.
-Es demasiado tiempo. Si consigo atraparla, podré hablar con ella. Podré hacer...
-Bueno, eso es parte del problema -le interrumpió el anciano-. En realidad no quieres atraparla. En realidad no. ¿Piensas seguirla por el cielo? Claro que no. Lo que quieres es conocerla. Eso significa que necesitas que la luna venga a ti.
-¿Cómo puedo conseguir eso?
-Bueno, esa es la cuestión, ¿verdad? -dijo el anciano sonriendo-. ¿Qué tienes tú que a la luna pueda interesarle? ¿Qué puedes ofrecerle a la luna?
-Solo puedo ofrecerle lo que llevo en estos fardos.
-No me refería a eso -masculló el anciano-. Pero si quieres, podemos echar un vistazo a lo que tienes.

El ermitaño revisó el primer fardo y encontró muchas cosas de utilidad. El segundo fardo contenía objetos más caros y más raros, pero no más útlies.
Entonces el anciano vio el tercer fardo.

-Y ¿qué llevas ahí?
-Ese nunca he podido abrirlo -dijo Jax-. El nudo se me resiste.
El ermitaño cerró los ojos un momento y escuchó. Entonces abrió los ojos, miró a Jax y frunció el entrecejo.
-El nudo dice que intentaste romperlo. Que lo forzaste con un cuchillo. Que lo mordiste con los dientes.
-Es verdad -admitió Jax, sorprendido-. Ya te lo he dicho, intenté abrirlo por todos los medios.
-No por todos -dijo el ermitaño con retintín. Levantó el fardo hasta que el nudo del cordón le quedó a la altura de los ojos-. Lo siento muchísimo, pero ¿te importaría abrirte? -Hizo una pausa-. Sí. Te pido perdón. No volverá a hacerlo.

El nudo se deslió. El ermitaño miró el interior del fardo, abrió mucho los ojos y dejó escapar un débil silbido.
Pero cuado el anciano desplegó el fardo en el suelo, Jax dejó caer los hombros. Esperaba encontrar dinero, piedras preciosas, algún tesoro que pudiera regalar a la luna. Pero lo único que contenía aquel fardo era un trozo de madera retorcido, una flauta de piedra y una cajita de hierro.
La flauta fue lo único que llamó la atención de Jax. Estaba hecha de una piedra de color verde claro.
-Cuando era pequeño tenía una flauta -dijo Jax-. Pero se rompió, y nunca pude arreglarla.
-Todo esto es admirable -comentó el ermitaño.
-La flauta es bonita -dijo Jax encogiendo los hombros-. Pero ¿para qué sirven un trozo de madera y una caja demasiado pequeña para guardar nada?
-¿No los oyes? -preguntó el ermitaño meneando la cabeza-. La mayoría de las cosas susurran. Estas cosas gritan. -Señaló el trozo de madera retorcido-. Si no me equivoco, eso es una casa plegable. Y muy bonita, por cierto.
-¿Qué es una casa plegable?
-Puedes doblar un trozo de papel varias veces hasta hacerlo muy pequeño, ¿verdad? -el anciano señaló el trozo de madera-. Pues una casa plegable es lo mismo. Solo que es una casa, por supuesto.
Jax cogió el trozo de madera retorcido e intentó enderezarlo. De pronto tenía en las manos dos trozos de madera que parecían el marco de una puerta.
-¡No la despliegues aquí! -gritó el anciano-. ¡No quiero una casa delante de mi cueva tapándome el sol!
Jax intentó juntar de nuevo los dos trozos de madera.
-¿Por qué no puedo volver a plegarla?
-Supongo que porque no sabes -respondió el anciano-. Te sugiero que esperes hasta que sepas dónde quieres ponerla y que no la despliegues del todo hasta entonces.
Jax dejó la madera con cuidado y cogió la flauta.
-¿Esto también es especial? -Se la llevó a los labios, sopló y produjo un trino parecido al de un chotacabras.
Como todo el mundo sabe, el chotacabras es un ave nocturna, y no sale mientras brilla el sol. Sin embargo, una docena de chotacabras descendieron y se posaron alrededor de Jax, mirándolo con curiosidad y parpadeando bajo la intensa luz del sol.
-Yo creo que es algo más que una flauta normal y corriente -comentó el anciano.
-¿Y la caja? -Jax estiró el brazo y la cogió. Era oscura, y fría, y lo bastante pequeña para guardarla en un puño.
El anciano se estremeció y desvió la mirada.
-Está vacía.
-¿Cómo lo sabes, si no has mirado dentro?
-Escuchando -respondió el anciano-. Me sorprende que no la oigas. Es la cosa mas vacía que he oído jamás. Tiene eco. Sirve para guardar cosas.
-Todas las cajas sirven para guardar cosas.
-Y todas las flautas sirven para tocar música cautivadora -replicó el anciano-. Pero esa flauta es algo más. Con la caja pasa lo mismo.
Jax miró la caja un momento y la dejó con cuidado en el suelo. Entonces empezó a atar el tercer fardo, con los tres tesoros dentro.
-Me parece que voy a continuar mi camino -dijo Jax.
-¿Estás seguro de que no quieres quedarte un mes o dos aquí? -preguntó el anciano-. Podrías aprender a escuchar un poco mejor. Escuchar es útil.
-Ya me has dado algunas cosas en qué pensar -repuso Jax-. Y creo que tienes razón: no debería perseguir a la luna. Debería hacer que la luna venga a mí.
-Eso no es exactamente lo que yo he dicho -murmuró el anciano. Pero lo dijo con resignación. Como era un oyente experto, sabía que no lo estaban escuchando.

Jax se marchó a la mañana siguiente, siguiendo a la luna por las montañas. Al final encontró un terreno extenso y llano acurrucado entre las cumbres más altas.
Jax sacó el trozo de madera retorcido y, trozo a trozo, empezó a desplegar la casa. Tenía toda la noche por delante y esperaba tenerla terminada antes de que la luna apareciera en el cielo.
Pero la casa era mucho más grande de lo que él había imaginado; no era una casita de campo, sino una mansión. Es más, desplegarla resultó más complicado de lo que Jax había imaginado. Cuando la luna llegó a lo alto del cielo, todavía le faltaba mucho por terminar.
Quizá Jax se diera prisa por eso. Quizá fuera imprudente. O quizá fuera que Jax seguía teniendo mala suerte.
El caso es que desplegó una mansión magnífica, inmensa. Pero no encajaba bien. Había escaleras que en lugar de subir iban de lado. A algunas habitaciones les faltaban las paredes, y otras tenían demasiadas. Muchas habitaciones carecían de techo, y dejaban ver un cielo extreño cuajado de estrellas que Jax no reconocía.
En aquella casa todo estaba un poco retorcido. En una habitación podías mirar por la ventana y ver flores de primavera, mientras que al otro lado del pasillo las ventanas estaban cubiertas de escarcha. Podía ser la hora del desayuno en el salón de baile, mientras que la luz del crepúsculo se filtraba en la habitación de al lado.
Como en aquella casa nada era cierto, ni las puertas ni las ventanas cerraban bien. Podían estar cerradas, incluso con llave, pero nunca podías fiarte. Y como era una mansión inmensa, tenía muchas puertas y ventanas, de modo que había muchas formas de entrar y salir.
Jax no le dio importancia a nada de todo eso. Subió corriendo a la torre más alta y se llevo la flauta a los labios.
Tocó una dulce canción bajo un firmamento despejado. No era un simple trino de pájaro, sino una canción que salía del corazón roto. Era triste e intensa. Revoloteaba como un pájaro con un ala rota.
Al oírla, la luna descendió a la torre. Pálida, redonda y hermosa, se plantó frente a Jax en todo su esplendor, y por primera vez en su vida, Jax sintió un atisbo de gozo.
Entonces hablaron, en lo alto de la torre. Jax le contó su vida, su apuesta con el calderero y su largo y solitario viaje. La luna escuchaba, reía y sonreía.
Pero al final se quedó mirando el cielo con nostalgia.
Jax sabía que significaba aquello.

-Quédate conmigo -suplicó-. Solo puedo ser feliz si eres mía.
-Debo irme -replicó ella-. El cielo es mi hogar.
-Yo he construido un hogar para ti -dijo Jax mostrándole su enorme mansión con un ademán-. Aquí hay suficiente cielo para ti. Un cielo vacío, para ti sola.
-Debo irme -insistió ella-. Ya llevo demasiado tiempo aquí.

Jax levantó una mano como si fuera a agarrarla, pero se detuvo.

-Aquí podemos tener el tiempo que queramos -dijo-. En tu dormitorio puede ser invierno o primavera, según lo desees.
-Debo irme -dijo la luna mirando hacia arriba-. Pero volveré. Soy inalterable. Y si tocas la flauta para mí, volveré a visitarte.
-Te he ofrecido tres cosas -dijo él-. Una canción, un hogar y mi corazón. Si quieres irte, ¿por qué no me ofreces tres cosas a cambio?
La luna, desnuda, rió y extendió los brazos mostrándole la palma de las manos.
-¿Qué tengo yo que pueda regalarte? Pero si puedo dártelo, pídeme y yo te daré.
Jax tenía la boca seca.
-Primero te pediría una caricia de tu mano.
-Una mano estrecha la otra, y te concederé lo que me pides.
Estiró el brazo y lo acarició con una mano suave y fuerte. Al principio parecía fría, y luego maravillosamente caliente. A Jax se le erizó el vello de los brazos.
-Después te suplicaría un beso -dijo.
-Una boca saborea la otra, y te concederé lo que me pides.
Se inclinó hacia Jax. Su aliento era dulce, y sus labios, firmes como una fruta. Aquel beso le cortó la respiración a Jax, y por primera vez en su vida, en su boca asomó un amago de sonrisa.
-Y ¿cuál es tu tercera petición? -preguntó la luna. Tenía los ojos oscuros e inteligentes, y su sonrisa era sincera y cómplice.
-Tu nombre -suspiró Jax-. Así podré llamarte.
-Un cuerpo... -empezó la luna avanzando con ansia hacia Jax. Entonces se detuvo-. ¿Solo mi nombre? -preguntó deslizando una mano alrededor de la cintura de Jax.
Jax asintió.
La luna se le acercó más y le susurró al oído:
-Ludis.
Jax sacó la cajita negra de hierro, cerró la tapa y atrapó el nombre de la luna.
-Ahora tengo tu nombre -dijo con firmeza-. Así pues, tengo dominio sobre ti. Y te digo que debes quedarte conmigo eternamente, para que yo pueda ser feliz.

Y así fue. La caja ya no estaba fría. Estaba caliente, y Jax notaba el nombre de la luna dentro, revoloteando como una palomilla contra el cristal de una ventana.
Quizá Jax cerrara la caja demasiado despacio. Quizá no la cerrara bien. O quizá sencillamente tuviera tan mala suerte como siempre. Pero al final solo consiguió atrapar un trozo del nombre de la luna, y no el nombre entero.
Por eso Jax puede tener para él la luna un tiempo, pero ella siempre se le escapa. Sale de la mansión rota de Jax y vuelve a nuestro mundo. Aun así, él tiene un trozo de su nombre, y por eso ella siempre debe regresar a su lado.

Por eso la luna siempre cambia. Y ahí es donde la tiene Jax cuando nosotros no la vemos en el cielo. Jax la atrapó y todavía la guarda. Pero solo él sabe si es o no feliz.

"Jax y la luna"  (fragmento de "El temor de un hombre sabio")


martes, 31 de julio de 2012

Punto y aparte

Ha llegado el día. Hoy es el último día en esta casa en la que tantos momentos he vivido. Hoy es el último día de esta incrible experiencia que ha sido el Erasmus.
Haciendo un breve resumen ha sido un año sensacional a nivel personal y mejorable a nivel académico.

Comienzo con lo académico: yo necesitaba hacer un año espectacular para terminar la carrera pero la dificultad aquí ha sido elevada. En Septiembre tengo que volver a hacer exámenes con los que, si todo va bien, habré aprobado unos 60 créditos (lo dicho, un año normal).
Ningún profesor me ha dado facilidades para aprobar su examen y me han exigido lo mismo (incluso en algún caso yo diría que más) que a los italianos, lo cual me parece bien, pero que nadie me venga con lo de que a los Erasmus les regalan las asignaturas porque ese para nada ha sido mi caso.
He tenido asignaturas de todo tipo, pero solo he conseguido sentirme realmente interesado por una: Aplicaciones Médicas de la Física Nuclear. En ella, un buen profesor y un temario muy interesante me han hecho levantarme todos los Viernes para ir a clase con una sonrisa en la cara. Además fue una de las pocas clases donde mis compañeros me hacían sentirme realmente integrado. Como dice mi padre se nota cuando algo me gusta y en esta he tenido un 9.

En lo personal el año ha sido sensacional: he disfrutado muchísimo de todas y cada una de las visitas que he tenido: Miki, Topo, Guille, Richi, Quintanilla, Ari, Mario, Álvar, Marta, Primo, Vicky, Ana, Figu, Bustos, Marina, Kurdo, Borja, Bea, Berna, Cerdo, Gorda, Pili, Enano, Lara, Borge, mi hermana y mis padres. Además, sé que hay gente que de verdad quería venir a verme, pero no han podido (Belén, Bea, Olga, Baladrona, Siete Iglesias, Teje...). A vosotros, también muchas gracias por haberos preocupado por mi situación aquí.

Con cada una de las visitas he descubierto la ciudad de un modo distinto y siempre ha sido un verdadero placer enseñar la ciudad en la que tan bien me he encontrado.













He conocido a gente increible y amigos que sé que no serán solo cosa de este año.
Como siempre he encontrado un gran apoyo y una gran amistad en la química: Elena, Marta y Dani no solo han sido compañeros de "mensa", sino que hemos pasado muchos días juntos hasta el final de este Erasmus. Noches como el cumple de Elena, la cena en casa de Marta, las visitas cuando Dani estaba lesionado, los partidos de España, las noches en Le Murate...
Conocí gente desde el primer día y muchos fueron compañeros de muchas noches: Álvaro, Silvia, Lucía, Mariam, Aran, Tonino. Incluso alguno como Marco (el único italiano junto a Tonino que menciono y por algo) llegaron en la recta final del Erasmus.
¡¡Que agradecido debo de estar a Jaime!!, sin él este Erasmus no hubiera sido ni parecido y casi seguro que peor. Gracias a él pude conocer al grupo Belle Arti y con Carla, Mikel, Leo, Clara... acabé haciendo muy buenas migas y les tengo un cariño especial.

Durante este año he visitado muchos lugares, de los que destaco la ruta por el Norte con mi primo y Vicky, el viaje a Creta, la visita a Siena (también el día del partido Siena-Real Madrid) y la visita a Luca.


Pero si alguien ha sido el principal motivo de que este año haya sido sensacional a nivel personal esa ha sido Laura. Tuve la suerte de conocer (como no, gracias a Jaime) a esta increible chica con la que disfruto cada momento que estamos juntos y con la que he compartido experiencias, viajes, conversaciones, paseos, malos ratos, preocupaciones, éxitos y alegrías. Para mi ha sido lo más importante de este año y guardo en la memoria todo lo que hemos vivido en Firenze, una ciudad a la que estaré eternamente agradecido.
Disfrutar con Laura de Creta, de Milán, de Verona... y de los rincones de Florencia en su compañía es inolvidable.



Por todo esto: por las amistades hechas, por las conversaciones diarias con Borge, por los lugares visitados, por las Moretti, por los días y días (o más bien noches y noches) en casa con los amgios, por la vida diaría con mis amigos (que no compañeros) de piso, por la experiencia de la independencia y por tener a Laura a mi lado puedo decir que este año ha sido un año genial.


PD: Se acaba el Erasmus, se acaba la aventura en Firenze, pero titulé a este blog como "Las Crónicas de Reme", por lo que espero seguir contando por donde marcha mi vida y que vosotros sigáis interesados en leerlo. ¡¡Un beso y un abrazo a todos!!

sábado, 12 de mayo de 2012

¿Somos un equipo?

-¿Somos un equipo? -¡No, no, no!
Así se responde a nuestro grito de guerra. A penas hace 3 años y medio que les conozco, pero han sido intensos y les ha llevado a venir por aquí a hacerme una visitilla, además, y cito textuelmente la frase más repetida durante estos días: "ahora que trabajan se lo pueden permitir."


























Ha sido una visita que ha coincidido con la visita paralela de Carmen y Blanca, dos amigas de Laura, con las que aprovechamos para hacer turismo y visitar cosas todos en grupo.
Como casi siempre, y aprovechando la llegada al aeropuerto de Pisa, fuimos a visitar la ciudad. Un calor de justicia y un tren en el que tuvimos que ir sentados en el suelo, nos llevaron hasta allí. Dejé a Laura, Blanca, Carmen y Musa dando un paseo hacia la plaza de los milagros, mientras yo cogía un autobús al aeropuerto, donde Cerdo, Lara, Enano, Pili y Gorda me esperaban. Abrazos y besos en el reencuentro, pero sobre todo demasiados abrigos. Ellos, tomando mis comentarios sobre el clima en Firenze como coña, vinieron equipados para el frío polar que arrasaba Valladolid durante esos días. Sin embargo aquí íbamos en manga corta y pantalón corto.
Metieron los abrigos en la maleta y nos dirigimos al encuentro de las chicas. Presentaciones entre granadinos y vallisoletanos y nos sentamos tranquilamente en el césped a comer algo y tomar una cervezilla fresquita, vigilados por el baptisterio, el duomo y la torre de Pisa, mientras Musa correteaba feliz.
Después de las fotos de rigor, paseo de vuelta a la estación y tren a Firenze, donde estaba todo preparado para tomar unas copas tranquilamente en casa.

Pero la cosa se fue animando y animando y empezó a llegar gente y se preparó una buena fiesta. Justo en el momento en el que el ambiente decaía hicieron una entrada triunfal Paula y sus 3 amigas madrileñas, que llegaron con toda la fiesta y volvieron a animar a todos los presentes con su energía.

A la mañana siguiente, quedamos para dar una vuelta por la ciudad y salir a comer. Comimos en un restaurante de Santo Spirito. Al principio todos nos sorprendimos por el tamaño de las raciones (por pequeñas), pero realmente cundían bastante, más de lo que aparentaban, y llegamos a pedir que unos ñoquis sobrantes nos los metieran en un tuper. Una siestecilla después, una vueltecilla por la ciudad y unos helados para por la noche beber en Sta Croce, debajo un toldo de un bar para protegernos de las 4 gotas que caían.

El Domingo, fue un día lluvioso, por lo que aprovechamos para hacer una visitilla al David de Miguel Ángel y, mientas el día nos lo permitió, hacer compras y demás. Pero todo tenía que estar hecho para a las 20:00 estar con el culo en el sofá viendo al Real Valladolid. Gol de Manucho en el último minuto, que hizo que nuestros gritos se escucharan en toda Firenze. Como nuestro David estaba con fiebre (todos sabemos que el adamantium no protege de resfriados y similares) y la gente cansada, nos quedamos tranquilamente en casa, disfrutando juntos de las últimas horas.

Recordaré con gran cariño como hemos dormido los 6 modo campamento en mi habitación. El día de la fiesta improvisada lo pasé realmente bien, acabando con Cerdo dando una vuelta por la ciudad birra en mano a altas horas de la mañana. Muchas gracias por estos días aquí, por el embutido que me habéis traído, pero sobre todo ¡¡por haber venido!!


PD1: Ha sido un auténtico placer conocer a Blanca y a Carmen, con las que hemos compartido muchas horas estos días y a las que espero volver a ver pronto en Granada.

PD2: Con ellos pongo fin a las visitas. Han sido todas especiales y estoy muy, muy, muy agradecido a todos los que habéis venido a verme y a todos los que de verdad sé que os hubiera encantado venir pero no habéis podido por una cosa u otra.
 


lunes, 7 de mayo de 2012

Congreso Solvay-Firenze

Una vez más se han vuelto a juntar los físicos más importantes de la época. Esta vez, la reunión se ha celebrado en Firenze. Si se me permite haré un breve resumen sobre el programa desarrollado durante estos días.


























El jueves llegó Mario (¡¡oh capitán, mi capitán!!) y aprovechando la más que previsible derrota del Valencia a manos de los colchoneros me acerqué a la estación a buscar a otro de los conferenciantes, pero no uno del montón, sino el físico con mayores visitas a esta ciudad. ¿Quién mejor que Borge para dar el discurso inagural?
Un discurso sencillo, participaciones con frases y sentencias lapidarias por parte de algún anfitrión, siempre acompañado de unas cervezillas. Aprovechando el buen tiempo celebramos esta improvisada recepción en Sta. Croce.

El día fuerte del congreso comenzó con la llegada de dos de los ponentes más prestigiosos que se pueden encontrar. Álvar y Marta (sabemos que eres óptica y con honores pero siempre serás considerada como física y lo sabes) aterrizaron en Bolonia y un tren especialmente acomodado para ellos les trajo a Firenze. Unas cervecitas de bienvenida y todo preparado para celebrar el cumple de Dani (un químico en este simposio) al que venieron Laura, Leo, Elena... y todos aquellos que Dani con su carta blanca decidió invitar. Como siempre éxito rotundo. Un ambientazo y un fiesta tremenda, empañada sutilmente por "el amico" y rifirrafes de los que muchos ni se percataron.

En el día de clausura del congreso nadie madrugó, pero después de comer unas pizzas en Sta. Croce y después de que Borge atravesara la ciudad en zapataillas hicimos el turismo característico. Marta cámara en mano (al estilo de los primeros años de carrera) fotografiaba cada rincón de la ciudad. Con el clima acompañando, nada nos privó de hacer la subida a San Miniato y al mirador. Botellón y risas en Sant'ambrogio después de cenar (está vez Borge volvió a los fogones), donde Mario jugando con el collar de Marta hizo las delicias de los espectadores. 











A la mañana siguiente el grupo se dividió. Unos pusieron dirección Roma (Borge, Mario, Manolo y Morate) para vivir el "primero de Mayo", una fiesta de la que no he oido más que maravillas y de la que espero poder disfrutar en alguna de sus próximas ediciones. Aquí en Florencia nos quedamos la familia Daza-García (cual matrimonio Curie) y yo. Lo primero y obligatorio hacer el tour completo por la ciudad (muchos ya sabréis cual es ese tour). Acompañados de Laura y Musa vimos: el Duomo, piazza della Signoria, piazza republica, ponte vecchio, piazza Pitti...


El Lunes no fue un día cualquiera aquí en Firenze, fue la notte bianca. Para los que no estéis familiarizados con este evento (ahora me las doy de listo pero no sabía ni que existía hasta hace un par de semanas), la notte bianca es una noche al año en el que museos, iglesias, galerías, palacios... están abiertos y de forma gratuita desde la tarde hasta altas horas de la noche en muchos casos, mientras en las plazas de la ciudad distintas actividades, como conciertos, espectáculos y exhibiciones, van animando el ambiente. Pues objetido cumplido, enhorabuena a Firenze. Yo nunca vi la ciudad así de animada y activa en todas sus plazas.
Cargamos la mochila de cervezas para hacer frente a una noche-blanca que comenzó a primera hora de la tarde para hacer cola en los Uffizzi y recorrer sus salas. Después rumbo a la sinagoga (primera vez que entro en una) junto a Leo, Laura y Elena. Tanto tiempo paseando por delante de ella por fin atravesamos sus verjas y la vimos por dentro, incluso nos ¿regalaron? a Álvar y a mi la kipá (la gorrita que se ponen los judíos). Después rumbo a Santa María Novella para cenar en feria gastronómica que había allí mientras un grupo tocaba. Allí Sergio, Clara y su compañera de piso se unieron al grupo. Después de cenar rumbo al porcellino para culminar la noche tomando las últimas birras junto a Jaime, Mikel, Carla y demás belle arti.
Acabando la noche cansados, pero con una sonrisa imborrable.


Para poner fin al puente con Álvar y Marta el Martes nos fuimos a ver Pisa. Una negra nube sobre nuestras cabezas rompió justo en el camino desde la estación hasta la plaza de los milagros (donde está todo el meollo), pero la hicimos frente y acabó desapareciendo. Ahí comenzó el recital de fotos donde Marta dio lo mejor de si para conseguir las fotos perfectas. ¡¡Después vuelta a Firenze y a descansar!!















Han sido unos días muy buenos en compañía de grandes amigos de la carrera. Los días todos juntos el ambiente ha recordado a todas aquellas noches que salíamos todos juntos (rememorando las legendarias ferro-físicas) y durante puente con Marta y Álvar tengo la sensación de que disfrutaron a lo grande porque sus sonrisas, como la mía, no se borraban en ningún momento.

PD: Siento tristeza al pensar que es muy poco probable que Juanillo vuelva a pisar esta casa.

jueves, 3 de mayo de 2012

La Visita

La visita más esperada del año llegó el 19 de Abril. Mis padres y mi hermana (que repetía en tierras italianas) llegaron para satisfacción mia y pudimos disfrutar, una vez más, de un viaje los 4 juntos.


 Una ciudad conocida para todos, mis padres estuvieron aquí en el viaje de fin de carrera y mi hermana cuando me vino a visitar a finales de Octubre. Pero ha sido como verla por primera vez (incluso para mi).
Ha sido un viaje bastante cultural, cuando mis padres estuvieron aquí una huelga en los museos de la ciudad les impidió disfrutar de ellos, yo no había entrado en este erasmus en la que es una de las galerías más importantes de Europa y mi hermana solo se acercó por allí para que la hicieran una caricatura.
Siempre es bueno visitar museos, pero hacerlo acompañado de una estudiante de bellas artes a la que poder preguntar tus dudas es un auténtico lujazo.
Aprovechando la semana de la cultura, donde los museos y demás iglesias eran de entrada gratuita pudimos ver el "Nacimiento de Venus" y "la primavera" de Botticelli y "la anunciación" de Leonardo da Vinci entre otras en los Uffizi. Les acompañé hasta la academia donde pudieron admirar la obra maestra de Miguel Ángel. Entramos en Santa María Novella y en Santa Croce (definida como el Panteón de las glorias italianas, porque la iglesia acoge las sepulturas de personajes tan ilustres como: Maquiavelo, Dante, Galileo, Miguel Ángel...).
Por supuesto no sólo nos encerramos en los numerosos museos e iglesias de la ciudad. Porcellino, mirador, San Miniato, piazza republica, el duomo... son lugares que mis padres y también mi hermana querían recordar.

También cabe destacar lo bien que se come cuando los padres hacen la visita. Aunque fuimos a algún restaurante, yo quería que probasen también mi pizzería favorita y el kebab de confianza, viejas tradiciones familiares que tienen su continuación en Firenze.






Una de las ciudades que queríamos visitar juntos era Siena (la otra Lucca no fue posible por la huelga de trenes). Yo ya había estado allí cuando mi hermana vino, pero no habíamos entrado en el duomo (mucho más bonito por dentro que el de Florencia), en su bautisterio, ni habíamos subido al mirador. Tampoco habíamos comido de restaurante en la plaza del campo. Obviamente son cambios muy grandes debido al presupuesto y los intereses de los acompañantes. Lo que no había cambiado es la ciudad. El ambiente medieval que transmite Siena te lleva, siempre lo diré, a otra época.
Quiero destacar de esta visita a Siena la impresionante vista que hay desde el "panorama" de la catedral. Tener la ciudad ahí abajo es simplemente espectacular (aunque a mi padre no le haga mucha gracia).





Como podéis ver se me cae la baba con esta visita que tuve, la más esperada del año sin duda (los demás también habéis sido muy queridos, ¡no os pongáis celosones!). Tenía muchas ganas de enseñar a mis padres lo que me rodea en esta vida que estoy llevando alejados de ellos, que conocieran mi casa, mi entorno, los lugares por los que me muevo y a esa persona con la que comparto la mayor parte del tiempo.




 



Cuesta decir que hasta dentro de dos meses no les veré, pero después de haber superado estos 4 meses (nunca habíamos estado tanto tiempo separados), creo que no se hará tan largo.

Muchas gracias, primero por dejarme vivir esta experiencia, y segundo por haber venido a compartirla conmigo.

miércoles, 18 de abril de 2012

La semana fantástica

No solo la tiene el Corte Inglés, también aquí en Firenze puedes disfrutar de La Semana Fantástica, si tenéis unos minutitos os cuento la visita de primo y Vicky y el viajecito que nos marcamos por el Norte de Italia.

Esta semana he recuperado el espíritu turista que tanto me gusta, hemos vuelto a llenar la maleta, a cargar la mochila al hombro y nos hemos ido de viaje. Hemos visitado muchas ciudades: Pisa, Milán, Bérgamo, Verona y Sirmione. Por supuesto también les enseñé por completo mi querida Firenze. Pero vayamos ciudad a ciudad.

Pisa:
Como casi todas las visitas, mi primo y Vicky aterrizaron en Pisa. Fui junto a Laura a buscarles al aeropuerto para desde allí ir a visitar la ciudad. Primera toma de contacto entre Vicky y Musa y primeras gotas de lluvia sobre nuestras cabezas, pero no las suficientes como para privarnos de hacer la visita. Y como en Pisa no solo está la torre, os dejo esta foto:



Tren de vuelta a casa, cenamos tranquilamente una pizza y pronto a la cama que a la mañana siguiente poníamos rumbo al Norte.

Bérgamo:
Alquilamos un coche para tener movilidad durante estos días y porque salía muchísimo mejor que el tren económicamente hablando.
Bérgamo fue el primer destino, nos instalamos en el albergue que nos acogería durante dos noches y pusimos rumbo a la "ciudad alta".

Bérgamo está claramente diferenciada en dos zonas. La ciudad baja, donde se encontraban los albergues, es la zona más moderna de la ciudad, donde encuentras bancos, oficinas y demás. La ciudad alta es la parte donde se encuentra todo el casco histórico, rodeado por una murralla, en lo alto de una colina y al que se accede a través de puertas medievales. En el interior de la zona amurallada también te encuentras parques y miradores con unas vistas impresionantes. Como toda ciudad tiene un duomo, aquí un pequeño detalle ya que encontramos una capilla dedicada a Juan XXIII (por si alguno no lo entiende es el nombre de mi colegio) ya que nació en la provincia de Bérgamo.

Preparamos bocatas con chorizillo del bueno que los primos traían y cenamos una pizza de tamaño familiar de distintos tipos en cada cuarto.










Milán:
Para llegar a la capital de la moda italiana cogimos el tren, un cómodo viaje de 45 minutos y despreocupación por aparcar el coche que dormía plácidamente en el parking del albergue.
Como primera parada la impresionante estación de trenes que llegan a un tercer piso, luego paseo hasta el duomo de Milán, atravesando un parque dónde Musa disfrutó y desfogó. Atravesamos la galería Vittorio Emanuele y llegamos a la impresionante plaza del Duomo. En ese momento flashes del pasado, nuevamente de aquel viaje a Italia con el pinarillo, vinieron a mi mente. Visitamos por dentro la catedral y desde allí pusimos rumbo al castillo, parándonos antes de llegar para comer.
El castillo de Milán me sorprendió muy gratamente, me esperaba cualquier ruina y para nada. Enormes jardines y un castillo muy bien conservados. Heladitos mientras pasaba el temporal y recorrido por algunas tiendas de la ciudad. Vuelta en metro a la estación donde compramos la cena y unas cervezillas y lambrusco para la post-cena. Noche de risas en el albergue con anecdotas, historias del pasado y del presente.
Decir que he renovado totalmente el concepto que tengo de Milán, la recordaba como una ciudad gris y triste, con nada más que el duomo para visitar. Me imagino que el cansancio con el que la visité la última vez provocara esa opinión.


 

















Sirmione:
Este pueblo recomendado por el dueño del albergue de primo y Vicky fue un auténtico éxito. El día amaneció lloviendo como si no hubiera un mañana, lo que retrasó nuestra salida. Con las maletas preparadas para pasar noche en Verona pusimos rumbo al lago de Garda, con la esperanza de que el cielo nos diera un respiro.
Llegamos allí para quedarnos en el coche mientras llovía y llovía, cuando tomamos la decisión de poner rumbo a Verona, la lluvia se suavizó y paraguas en mano nos atrevimos a cruzar el puente levadizo y adentrarnos en la ciudad. El karma nos recompensó por el atrevimiento y se llevó la lluvia a cambio del viento.
Recorrimos el pueblecito, visitamos su fortaleza, caminamos por su playa y comimos una rica lasaña. Realmente un pueblo con mucho encanto, calles y edificios pequeños, en el interior de una islita conectada a tierra a través de los puentes levadizos de la muralla.
















Verona:
Llegamos a mitad de tarde a nuestra última parada. Unos albergues bastante más normalillos, pero suficiente para nuestras necesidades. Nos cambiamos y dimos una vuelta nocturna por la ciudad, visitando la Arena (un pequeño coliseo) y cenando una piadina que es algo así como un bocata pero con la masa del durum.
La mañana siguiente visita obligada (y más yendo dos parejas) al balcón de Julieta y a tocar la teta en la estatua. Paseo tranquilo por la ciudad hasta llegar al mirador y vuelta direccion al arena para comer hamburguesa. Después visita a una fortaleza medieval que cruza el rio y rumbo al coche para llegar a Firenze.

De Verona conservaba un buen recuerdo, que ha salido muy fortalecido después de pasar allí el día. Esta ciudad (que es la 4ª que más turistas recibe) tiene tan bien organizado la zona centro que realmente la hace muy agradable.


Firenze:
Y vuelta al hogar, donde Vicky y primo hicieron el recorrido de museos y yo les enseñé la ciudad y sus vistas desde San Miniato. Fiesta en casa de Clarita, donde nos juntamos de nuevo 4 discípulos. Cena el Sábado todos en casa, con unos riquísimos canelones preparados por Jaime. Tarde-noche de fútbol y cenita con los últimos resquicios del embutido para poner fin a una semana fantástica.